Hace unos tres años, mi hijo Jesús, que contaba por aquel entonces con 9, pidió prestado en la biblioteca de su colegio un libro que trataba sucintamente sobre la vida de John Lennon. El ejemplar era didáctico y ameno por el lenguaje sencillo y atractivo que ofrecía y por las obvias ilustraciones que debe contener un libro que se hizo pensando en mentes tan jóvenes. Pero principalmente me sorprendió descubrir algo que desconocía del genial músico. John Lennon tuvo una adolescencia difícil, yo diría que trágica: su padre era marino y, dados los frecuentes viajes que tuvo que afrontar para desempeñar su trabajo, pasaba largas temporadas sin ver a John y su madre. Terminaron separándose. Por circunstancias un tanto especiales, John acabó viviendo en casa de su tía y durante esa época se produjo un hecho realmente triste: su madre murió atropellada por un coche. La adolescencia de Lennon pasó a ser más complicada y luego vino lo que todos conocemos: una carrera exitosa con The Beatles. Pese al abandono que sufrió por su padre siendo un niño (5 años), John volvió a tener noticias de él cuando era casi un anciano, jubilado y sin apenas ingresos, y decidió hacerse cargo de su situación para que no pasara más estrecheces. Ésta fue la parte más sorprendente y optimista de esta historia: un espíritu rebelde como el de John Lennon, que creció y vivió fases de auténtico tormento (muerte de su madre) y soledad (abandono), se apiada de su padre después de mucho tiempo sin saber de él.
En contraposición al final feliz que tuvo la relación de John Lennon con su padre, me viene a la memoria la vivida por Marvin Gaye con el suyo. La víspera de su 45 cumpleaños, en el transcurso de una discusión, su padre lo mató de dos disparos (hecho que sería calificado como «homicidio justificable o defensa propia», ya que en el tribunal su padre alegó defensa propia porque Marvin lo había agredido a golpes, hecho que se repetía bastante debido a sus diferencias y al abuso de drogas por parte de Marvin). Siento recordar una triste historia y un desenlace nefasto para una figura de la música soul.
Pero terminemos con una sonrisa este homenaje a los padres de los músicos: Jonny Lang, el magnífico cantante estadounidense de Fargo (Dakota del Norte), comenzó a tocar la guitarra a los 12 años, después de que su padre le llevara a ver la actuación de Bad Medicine Blues Band, una de las pocas bandas de blues de Fargo. No es un artista conocido en nuestro país pero toca la guitarra y canta de maravilla, ha ganado un premio Grammy y ha compartido escenario con ilustres como The Rolling Stones. ¿Y gracias a quién? A su padre.
Yo no soy un buen músico. Tal vez no sea ni músico... Pero me apasiona la música. Es algo de lo que difícilmente puedo prescindir durante mucho tiempo. Y desde este punto, quiero hacer mención a mi padre por facilitarme el acceso a este bello arte. Gracias a él, conocí a The Beatles, Eagles o America mientras escuchaba los cassettes que compró cuando adquirió su primer coche, un SIMCA 1200.
Por tu entrega, por tu generosidad...¡Gracias, padre!
PD (1) Saluda a John Lennon, Marvin Gaye, Jimi Hendrix, Janis Joplin, tu tocayo Paco de Lucía... de mi parte.
PD (2) Como muestra sonora de recuerdo a los padres, sirva esta canción de Mr. Clapton, quien no conoció a su padre y quien también tuvo que sufrir como padre la muerte de su hijo Conor, de 4 años.